
Es la conexión que sentimos entre nosotros en un sentido holístico y cósmico. Ya sea Dios y Jesús en un trono, Buda o la meditación en un antiguo bosque, que estamos conectados, y que las conexiones traen un fuerte poder con él. En el fondo, todos somos del mismo color, y lo que compartimos es un ejemplo de la verdad presente en las distintas escrituras.
En el bosque vagabundeo adentro del bosque vagabundeo dentro del frío de un día de otoño, caminando, reflexioné para ver los collares verdes que se han ido, Los brillantes frutos y bayas ahora despojados de su brillo adentro de los bosques olí la fragancia de las hojas caídas empapado por la lluvia Su aroma llenaba mis fosas nasales igual que el incienso esparcido por el aire del Universo En el bosque alcancé el fuego de las hojas caídas la lumbre de las hojas caídas Ascuas rojizas de las hojas Que brillan y resplandecen mientras el sol permanecía a mis pies. |
Manos eternas
Pulsa sobre el mundo, alisa los océanos entre los peñascos y las costas, cubre los dolores de huesos en una pila con un manto de arena; hace huellas en las colinas del desierto: las grandes ondulaciones que se abren paso hacia el este; y en el fondo del océano, la corriente que lleva a la burbuja; una huella fósil ancestral en los bancos presionados por las algas.
También en la permanente inclinación de los árboles en el norte, cuando la escarcha se asienta en sus propias plantas;
y las arrugas en la nieve que se abren paso entre las luces de las vitrinas; en la medida en que el tráfico fluye en el sentido de las estaciones.
La otra funciona desde abajo. Nos lleva en su brazo, en una órbita alrededor del sol…
un alejamiento seguro y práctico.
Un Dios, no. Por el momento está en calma; inconsciente de que vive, de que se preocupa, o de que sostiene…
como de las circunstancias de la vida, o de las consecuencias de todo ello.

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