La Tarde del Amor Eterno
La noche se cae, el abuelo en cama,
con un libro, y sus gafas y una rosa,
feliz tranquilo, sus sueños no faltan.
La hijita, mira sus brazos tan fuertes,
lo abraza con amor, en dulce gesto,
comparte alegría, y deseos nobles.
De las estrellas, una luz se enciende,
mujer amada, vela desde el cielo,
para cuidarlos siempre, con ternura.
Abuelo la siente, sus ojos brillan,
una sonrisa que nace en su rostro,
y la hijita, feliz y emocionada.
Los tres se quedan, unidos y en calma,
caminos llevan sueño plateado,
donde esperan los ángeles de gracia.
En aquella tarde de abril, serena,
sonreía el abuelo en la ventana,
un recuerdo guardaba, su fortuna,
y una nieta querida, su esperanza.
La hijita ya lo mira, con cariño,
consciente de su gran sabiduría,
con la boca abierta,un gesto de asombro,
y su presencia un regalo en su vida.
«Vámonos, mi pequeña consentida,
la casa nos aguarda luminosa,
desde que llegaste, dicha nos llena.»
Natuka Navarro