
No puedo dejar de admirar la belleza
de tu rostro, tus labios y tu pelo,
que suavemente cae sobre tu hombro
hasta rozar el borde de tu espalda.
Tampoco puedo olvidar esa ternura
que ilumina tus ojos con su fuego,
penetrando en mi pecho con su hechizo
y provocando mi mayor dicha.
Te guardo dibujada en mi memoria,
por eso te estoy viendo en todas partes
formando siempre parte de mi sueño,
sirviéndome, además, de compañía,
pues me alivias las penas escondidas
que intentan acompañarme en el viaje.
©Natuka Navarro