Niccolò Paganini
Este personaje, Niccolò Paganini, atrajo en todo momento la mirada del gran público, ya que unos lo consideraban un autentico gigante y los demás lo consideraban un farsante, al creer en un extraordinario ingenio. A la fecha, no hay nadie que reniegue de que fue un maestro de excepción, y a pesar de que el virtual violinista ha pasado a la eternidad, permanece su obra y el reconocimiento de su extraordinario talento. Los secretos de la vida del gran intérprete fueron revelados y las pistas lo guiaron a cada momento.
Él era el romántico era un hombre robusto, muy grande, delgado, con el cabello negro rizado que le llegaba hasta los hombros y un atuendo siempre negro que lo hacía un showman y un atrevido, pero además el más grande violinista que haya vivido.
Una breve biografía de Niccolò Paganini y muchos datos interesantes sobre el compositor leídos en nuestra página
Infancia y juventud
El 27 de octubre de 1782 nació un niño llamado Niccolò en una familia genovesa pobre. Se distinguía de sus hermanos por su mala salud y su genuino interés por la música. Desde una edad temprana, el niño puso a prueba las habilidades de sus familiares, ya que tocaba constantemente la mandolina.
Niccolò Paganini (1782-1840) fue el gran virtuoso del violín italiano, que pasó a la historia de las músicas del mundo como un maestro insuperable de su oficio. Siendo un innovador en la música de violín, escribió muchas obras finas para este instrumento. La biografía de Niccolò Paganini fue inusualmente brillante e intensa.
Aunque poco llamativa, disfrutó de un gran liderazgo en el mundo de las damas. Durante toda su vida tuvo numerosos amores, sin que ninguno de ellos terminase en matrimonio. El único hijo del gran virtuoso del violín «fue Aquiles», fruto del amor entre Paganini y la operista Antonia Bianchi.
Paganini: 24 Caprices, Op. 1: No. 1 in E Major
Una vez, en un sueño, la madre de Niccolò, que era una mujer muy sentimental, vio en un sueño a un ángel que predijo el futuro de su hijo como un gran músico. Desde la infancia, sus padres lo obligaron a tocar el violín, especialmente porque el hermano mayor de Carlo no se distinguía en este asunto por un talento especial. Así que Niccolò tuvo que luchar por dos. Todos sus primeros años los dedicó a una monótona formación en el arte de tocar este instrumento musical.
La naturaleza premió al italiano con un gran don: la mejor audición, capaz de capturar los más mínimos detalles en el sonido. Todos los días, el niño descubría el mundo que lo rodeaba con la ayuda de numerosos tonos musicales, que percibía con especial nitidez. Intentó reproducirlos en una magdalena, guitarra o en su violín favorito, que finalmente se convirtió en parte del alma del músico.
El padre descubrió el talento de su hijo a una edad temprana, contando con él para ganar fama y fortuna. Por lo tanto, el pequeño Niccolò se vio obligado a jugar en el armario, mejorando continuamente sus habilidades. Por los más mínimos defectos, el niño fue privado de comida.
Todo esto tuvo un impacto negativo en la frágil salud del niño. Ya a la edad de 8 años, Paganini escribió una sonata para violín y varias variaciones de trompeta. Con el tiempo, el talentoso músico llamó la atención, y fue notado por el primer violinista de la capilla local D. Kosto, quien comenzó a estudiar con el joven talento. A los seis meses, transmitió a su alumno una experiencia invaluable, que le permitió ingresar al escenario por primera vez.
Regresaron a Génova a finales de 1796. Para entonces, la ciudad estaba bajo control francés y la familia se había mudado a Romayron. Paganini se vio obligado a llevar una vida tranquila, componiendo música e interpretándola en iglesias locales. Era tan complicado que solo él podía realizarlo.
En la biografía de Paganini cuando comenzó a practicar tocar la guitarra, prefiriendo tocar el instrumento en habitaciones pequeñas en lugar de en público. En 1797, el músico realizó su primera gira y dio unos diez conciertos en Milán, Bogona, Florencia, Pisa y Livorno.
A pesar del éxito, su padre continuó controlando su vida con puño de hierro, obligándolo a practicar sus escritos a menudo durante 10 horas al día. Muy pronto Paganini quiso ser libre. Y tuvo tal oportunidad cuando en 1801 visitó la ciudad de Lucca, esta vez con su hermano mayor Carlo.
La primera representación pública del músico tuvo lugar en mayo de 1795 en el teatro local de Sant’Agostino, cuyos fondos iban a ir a Parma para estudiar con el famoso violinista A. Rolle. Aquí se interpretaron sus «Variaciones sobre un tema de Carmagnola», que fueron un éxito de público. Pronto se dio un concierto similar en Florencia, que se sumó al dinero faltante. Así que padre e hijo Paganini terminaron en Parma con A. Rolle, pero él estaba enfermo y no quería aceptar a nadie.
En Génova, el próspero noble y melómano Giancarlo di Negro se transformó no solamente en un fanático de la obra del joven concertista, sino también en su gran amigo, que se hizo cargo de sus conocimientos avanzados. El encargado de enseñar a Niccolò era Gasparo Giretti, un polifonista excelente que logró infundir en el adolescente una magnífica disciplina de componer. Ayudó a Paganini a crear su música sin instrumento, mediante el oído innato.
Su ruta discurría por Milán, Florencia, Pisa, Bolonia y Livorno. Sus actuaciones, que fueron un gran éxito en todas las ciudades, inspiraron al músico a nuevos logros. Fue durante este tiempo que pintó la mayoría de sus famosos 24 caprichos, en los que demostró la grandeza de su imaginación artística.
El inusual entrelazamiento de virtuosismo alucinante con imágenes grotescas y dinámicas poderosas hizo que sus obras musicales fueran inimitables.
Capricho N. 15 Mi menor, posato
©Natuka Navarro
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