En los días dorados y resplandecientes,
donde el sol se deshilacha tras los tejados,
nuestros corazones caminan entrelazados,
sin esperas, solo el amor constante, siempre presente.
La brisa suave y los campos de colores,
no pueden llenar el vacío de tu ausencia,
pues aunque el mundo se viste de esplendor,
en cada rincón susurra tu nombre en silencio.
A veces el frío nos rodea, helado y certero,
la pereza anida y la musa parece perdida,
pero seguimos, buscando el sol dorado,
esperando que el resplandor nos devuelva la vida.
Inventamos un refugio de amor y esperanza,
donde tus te quiero y mis te adoro se entrelazan,
esculpimos el deseo y la pasión en cada beso,
y el manjar de tus labios alimenta mi alma ansiosa.
Cada mañana, mientras la hiedra y los malvones
se endulzan con el aire dorado,
el viento frío nos recuerda la espera,
pero seguimos adelante, con amor renovado.
El Hacedor del universo conoce el tiempo,
pero en nuestro amor no hay espera ni dudas,
solo un camino juntos, marcado por versos,
donde el amor florece, y la esperanza nos ayuda.
Así, bajo la luna pálida y el cielo estrellado,
nuestros sueños azules y dorados emergen,
y mientras el sol se convierte en radiante esplendor,
nuestros corazones laten al ritmo del amor eterno.
Natuka Navarro
©Luna Poetiza