Guerra En El Mundo: Ardorium Bélico
En los vastos dominios de Ardorium Bélicor, la guerra no era solo un acontecimiento, era la esencia misma de la existencia. Este mundo, envuelto en una nebulosa eterna de enfrentamientos, resonaba con el estruendo de las batallas que habían forjado su historia desde tiempos remotos. Desde las profundidades de sus raíces hasta los picos de sus montañas, cada pulgada de esta tierra estaba impregnada por la lucha interminable entre sus habitantes.
Las leyendas narraban tiempos pasados, cuando las llanuras verdes y exuberantes, hoy marcadas por cicatrices de conflictos, eran el hogar de la serenidad. Los bosques que una vez resonaron con la canción de los pájaros y la brisa suave ahora guardaban silencio, sus árboles testigos mudos de los estragos de la contienda.
Ardorium Bélicor, dividido en reinos y territorios, presentaba ciudades fortificadas como reliquias de un pasado glorioso, cada una ondeando estandartes que proclamaban lealtades y ansias de dominio. Sus habitantes, marcados por generaciones de disputas, llevaban en sus rostros las líneas de una historia tejida con hilos de ambición y conflicto.
En este mundo envuelto en la dualidad de la pasión por el combate y el anhelo secreto de paz, resonaban ecos de antiguas profecías que insinuaban la posibilidad de una reconciliación entre antiguos enemigos. Sin embargo, en un cosmos donde la beligerancia era ensalzada como virtud suprema, pocos se atrevían a albergar esperanzas en una transformación.
Los ríos, una vez fuente de vida y conexión entre pueblos, ahora reflejaban la división y la desconfianza. Las montañas, testigos impasibles de batallas épicas, mantenían en sus cimas secretos y reliquias que hablaban de un tiempo olvidado, cuando la armonía no era solo una palabra.
Así, en la encrucijada de los tiempos, Ardorium Bélicor seguía su marcha, un mundo donde la guerra y el conflicto eran el pan diario, pero donde, oculta entre las sombras de la contienda, persistía la esperanza de un día encontrar la paz entre sus fragmentados horizontes.»
©Natuka Navarro 22 de noviembre 2023