
«La Dualidad del Ser Ternura y Dureza»
No es la ternura la que mueve el mundo,
sino la fuerza bruta, el filo cortante.
La pasión ardiente, el deseo indomable,
son los que conquistan, los que dominan.
La ternura es suave, como brisa en la piel,
un susurro en la noche, una caricia fugaz.
La dureza es firme, como roca en el mar,
un rugido en la tormenta, una voluntad inquebrantable.
La ternura es dulce, como miel en la boca,
un abrazo cálido, un consuelo en la pena.
La dureza es amarga, como hiel en la herida,
un golpe seco, una verdad sin anestesia.
No es la ternura la que forja el destino,
sino la lucha constante, la batalla sin fin.
La pasión ardiente, la ambición desmedida,
son las que impulsan, las que hacen avanzar.
La ternura es un oasis en el desierto,
un refugio momentáneo, un respiro en la tormenta.
La dureza es el camino, la senda áspera,
el desafío constante, la prueba de fuego.
No es la ternura la que define al hombre,
sino su fuerza interior, su temple de acero.
La pasión ardiente, el espíritu indomable,
son los que lo elevan, lo hacen invencible.
La ternura es un adorno, un detalle fugaz,
una flor que se marchita, una lágrima que se seca.
La dureza es la esencia, la base fundamental,
el pilar que sostiene, la armadura que protege.
No es la ternura la que conquista el corazón,
sino la pasión avasalladora, la entrega total.
El deseo ardiente, la locura del amor,
son los que encienden la llama, los que atan las almas.
La ternura es un suspiro, una melodía suave,
un poema romántico, una luna en el cielo.
La dureza es un grito, un rugido feroz,
un volcán en erupción, un sol abrasador.
No es la ternura la que marca la vida,
sino la huella imborrable, la cicatriz profunda.
La pasión ardiente, la experiencia vivida,
son las que enseñan, las que transforman.
La ternura es un bálsamo, un consuelo pasajero,
un vendaje temporal, una anestesia momentánea.
La dureza es la cura, la medicina amarga,
la lección aprendida, la verdad que libera.
En el mundo dual donde habitamos,
ternura y dureza coexisten, se confrontan.
Ambas son necesarias, ambas son parte del juego,
la danza eterna de la vida, la dualidad del ser.
Natuka Navarro
©Luna Poetiza