En el umbral de Belén,
entre paja y suave heno,
nació el Niño Jesús,
Salvador del mundo eterno.
La noche abrazaba, fría y oscura,
mas el cielo, estrellado, fulguraba,
como si quisiera alumbrar
al Rey de Reyes que llegaba.
El Niño, menudo y frágil,
cual rosa en la nieve nacida,
irradiaba luz en su fragilidad,
promesa de amor y vida.
Pero su venida portaba
un mensaje de redención,
pues sabía del destino que abrazaba,
dar su vida por la humanidad en canción.
Vida y muerte se encontraron
en aquel sagrado portal,
trayendo la esperanza viva,
de un renacer universal.
©Natuka Navarro
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