La Pelota que Hacemos al Mundo
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En los orígenes de las expresiones,
se esconden historias y tradiciones,
y «hacer la pelota» no es excepción,
con su origen ligado a la prostitución.
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En tiempos antiguos, con sutileza,
la pelota era una figura de nobleza,
pero en las sombras, en rincones ocultos,
se transformó en sinónimo de asuntos adultos.
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La pelota, en la calle y en el café,
era el nombre que a las damas se daba,
y su compañero, el chulo, sin desmayo,
alababa su belleza y encanto con ensayo.
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Así nació la expresión, sin disimulo,
«hacer la pelota» se volvió un artificio,
alabar, adular, complacer sin medida,
en busca de un favor, una jugosa salida.
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Mas en el devenir de la lengua y el tiempo,
la expresión se expandió, de nuevo designio,
y ya no se limita a aquel mundo oscuro,
sino que abarca acciones de todo apuro.
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En el ámbito laboral o en la amistad,
«hacer la pelota» puede estar en acción,
buscando un ascenso, una sonrisa,
a veces, incluso, sin intención maliciosa.
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Un poema te he dado, con su explicación,
sobre el origen de una expresión,
que aunque su pasado sea turbio y sombrío,
hoy la utilizamos con un sentido vacío.
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Recordemos, pues, las raíces de nuestras palabras,
y honremos su historia sin desdén ni falacia,
pues en su pasado encontramos claridad,
y en el presente, la evolución de la realidad.
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Natuka Navarro©