
«Llegué Tarde a la Celebración»
Llegué tarde a la celebración,
cuando las luces ya estaban bajando,
la música, un susurro distante,
y el eco de risas, desvaneciendo.
Los globos se desinflaban en los rincones,
las copas vacías, aún cargadas de historias,
y en el aire quedaba un leve perfume,
de alegría que se había ido, sin glorias.
Entré en la sala con pasos tímidos,
mientras el tiempo se ocultaba en sombras,
las mesas desordenadas contaban secretos,
de un festejo que ya era memoria.
Me disculpo por mi tardanza,
mi reloj, siempre en descompasado compás,
el reloj de la vida, en su lento andar,
me hizo llegar cuando el sol ya se iba.
Aún así, en el rincón más apartado,
donde el silencio se siente más claro,
recogí un pedazo de la noche pasada,
y lo guardé en mi pecho, como un faro.
La celebración continuaba en mi mente,
mientras me unía al resto en silencio,
la magia del momento, aún presente,
aunque la fiesta había dejado su aliento.
Y al salir, con la noche en su esplendor,
pensé en cómo el tiempo nos juega sus trucos,
en cada celebración, una lección aprendida:
a veces llegamos tarde, pero nunca es tarde para el recuerdo.
Natuka Navarro
©Luna Poetiza