«Maria Madre de Dios»
María, Madre amada y fiel,
en ti mi alma reposa,
tu amor infinito y leal
me llena de paz y gozo.
María, mi vida a ti consagro,
con flores de fe te engalano,
tu imagen en mi pecho grabo.
Reina del cielo, mi corazón
late por verte, Virgen sin par,
deslumbrante estrella tutelar,
que guía mis pasos sin cesar.
Manantial de gracia y dulzura,
en ti encuentro mi fortaleza,
tus manos piadosas me aseguran
alivio en la pena y tristeza.
María, mi vida te entrego,
contigo mi destino anejo,
en tus brazos busco sosiego.
Escucha mi ruego ferviente,
llena mi ser con tu presencia,
y que tu amor permanezca ardiente
en mi alma, por toda la existencia.
«Dios, Amor Supremo, Devoción Eterna»
En lo más profundo del alma mora
un sentimiento puro, sublime, eterno
amor a Dios, que el corazón adora
conexión divina, refugio tierno.
Adoración rendida a Su grandeza
majestad perfecta, sin igual
glorificando en cada plegaria Su belleza
reverencia que nunca cesará.
Obediencia fiel a Sus mandatos
siguiendo con humildad Sus decretos
sumisión a designios inmaculados
entrega plena, sin vanos retos.
Confianza inquebrantable en Su sabiduría
aun cuando el camino se torne incierto
fe inamovible, constante alegría
en Su misericordia, puerto abierto.
Gratitud desborda por dones recibidos
gracia infinita, amor sempiterno
agradeciendo los favores concedidos
bendiciendo al Creador en lo externo e interno.
Entrega total al servicio divino
talentos, tiempo y recursos ofrendados
anhelando cumplir el designio sino
en Sus brazos, por siempre cobijados.
Devoción sincera, compromiso ferviente
cultivando la oración, estudiando la Palabra
práctica espiritual, manantial permanente
que el alma sedienta con Su amor salva.
Amor a Dios, fuerza transformadora
paz, propósito y trascendencia eterna
en Ti encontramos la verdadera morada
devoción eterna, pasión que no fenece ni aplaca.
Natuka Navarro
©Luna Poetiza
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