«Refugio en el Paraíso Verde»

«Refugio en el Paraíso Verde»

Nos vemos en este paraíso, donde las amapolas se mueven al son de tus sentimientos. Si estás alegre, las amapolas sonríen y cantan un sueño de esperanza. Las flores se extienden hasta los pétalos, tan bonitos. Las abejas vienen a construir su miel, y entre los murmullos de cada amanecer, aparece lo inagotable. Ves un charco en el suelo, pero no es un charco; es un lago que nos deja el perfume de la fantasía, con los aromas de las rosas y las amapolas, un perfume que nos lleva a las orillas de las montañas, esas que visitaste cuando eras una niña. Ves el río fresco con su grata presencia, y los peces, al sumergirse, te dan los buenos días.
Te preguntas qué haces aquí. Hace tiempo que no te veía sumergirte en nuestras aguas frescas. Y así les hablas de lo que hiciste y de los años que han pasado. Te acuerdas de su hermosura y de los susurros de los pinos. Recuerdas cuando subías a los cedros y veías a los gorriones cantar y pedir comida a sus padres.
Recuerdas también cómo tu padre te preparaba un desayuno a la orilla del fuego caliente, cómo caminabas y caminabas, descubriendo maravillas. Conociste el parpadear de la belleza y cómo los pinos eran tu mejor consuelo. Te mirabas en ellos y sentías la tranquilidad de estar en tu hogar, tan fresco y verdadero.

Nos vemos en este paraíso encantado,
donde las amapolas al viento se mecen,
siguen el ritmo de tus sentimientos,
y cuando sonríes, ellas florecen.

Las flores se extienden en suaves caricias,
hasta los pétalos, tan delicados,
las abejas tejen su dulce miel,
entre murmullos de amaneceres dorados.

Ves un charco que no es un charco,
es un lago de sueños y fantasía,
con perfumes de rosas y amapolas,
que nos llevan a montañas de alegría.

Recuerdas esos días de infancia,
cuando subías a los cedros altos,
y los gorriones cantaban al viento,
mientras pedían alimento en sus saltos.

Junto al fuego, tu padre te sonreía,
preparando un desayuno en la brisa,
y caminabas, descubriendo maravillas,
mientras los pinos susurraban su risa.

Hoy te miras en ese espejo verde,
donde los pinos son tu refugio fiel,
y sientes la paz de estar en casa,
en un hogar fresco y tan real como ayer.
Natuka Navarro
©Luna poetiza

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