«Resplandor en la Oscuridad»
En el suplicio del amor, defenderlo,
amarlo frente al terror que truena en la sangre,
ordenar las fuerzas contra la oscuridad infinita,
como si el resplandor estuviera en peligro,
quedarse quieto, muy quieto y escuchándose,
en este breve instante de reverencia.
Poner cuidadosamente las gotas de rocío vivo
en las grietas del ser, para que no mueran,
no para que crezcan, sino para que florezcan,
apareciendo en el ardinal en que a veces somos.
Inhalar el canto de la alegría,
pronunciarse con la piel del pecho,
apretarse para ser reconocida y asumida,
casi doliendo al hacerse sentir.
La inercia ominosa obviando la irrupción de sucesos hermosos,
como si el cuerpo extrañara de pronto,
uso tembloroso de la frente al recibir la llamada,
y acostumbrar la tristeza del alma.
El puro sufrimiento confina en su espacio,
pero la alegría viene y llama,
y nosotros la recibimos con gratitud,
como un humilde obsequio del destino.
©Natuka Navarro