Carta a la Distancia
El emisor piensa y habla,
el receptor oye y entiende.
Entre ellos vuela el mensaje,
codificado para ser comprendido.
El canal es el camino elegido,
el medio que transporta la idea.
Por aire, papel o pantalla,
las palabras encuentran ruta directa.
El contexto es el telón de fondo,
el escenario que envuelve el diálogo.
Tiempo, espacio, ruidos y silencios
influyen en lo que se dice.
Juntos crean el milagro efímero
de comunicar, conectar y sentir.
Un acto simple pero profundo,
que nos hace humanos al compartir.
Era una fría mañana de invierno. Manuel se encontraba solo en su habitación, extrañando a su mejor amiga Julia que se había mudado a otra ciudad. Decidió escribirle una carta para contarle cómo estaba y decirle cuánto la echaba de menos.
Buscó una hoja y un lápiz y se puso a escribir. Las palabras fluían con facilidad, describiendo sus días en el colegio, los partidos de fútbol con sus amigos, las tardes de estudio junto a la chimenea. Hablaba de lo mucho que pensaba en los días que pasaron juntos, de esa complicidad que tenían.
Dobló la hoja, la metió en un sobre y escribió la dirección de Julia. Bajó las escaleras, salió a la fría calle y caminó hasta el buzón más cercano. Allí dejó caer la carta, que sería transportada kilómetros y kilómetros hasta llegar a manos de su amiga.
Al volver a casa, esperó impaciente una respuesta que tardaría algunos días. Pero sabía que cuando ese sobre llegara, la distancia entre ellos se acortaría. Las palabras de Julia traerían consigo risas, confidencias y nostalgia, uniéndolos a través del tiempo y la distancia.
©Natuka Navarro 7 de Noviembre 2023