
Este lienzo está expuesto, en la pared y enmarcado, en colores, lleno de líneas, los que pasan distraídamente al cuarto para ver un poco… a Quién me atrevería a confesar ¿En que he puesto todas mis esperanzas? Lo aprecié, la amé, Esta pintura que nació de mí, y en él me he visto reflejada. Me da miedo recordar ya Qué esperanzas contenía. Y al lado, el que cuelga, colgando un poco torcido y que casi no se nota, Personas que, al pasar, se ríen, crear encantos a tu lado… ante quién me atrevería a confesar ¿Qué es lo que me ha hecho sentir? He acariciado, he amado, Esta imagen que nació de mí y en ella nos reflejamos. ¿esta materia en este ambiente? ¿esa cosa que trasladaba mis quejas? El que se ve al entrar ya que él es el más grande de todos decisiones tomadas por la gente que se detiene en este punto: ahí es donde se admira el baño y bajar las manos de las damas. A los que me atrevería a confesar ¿Pongo toda mi alma en esto? Lo he apreciado, lo he amado y que en él me reflejé, Este cuadro que ya me condena. Y se ruboriza cuando se ve a sí mismo, de un alma que se contagia a cualquier tipo de persona. Y aquél que ocupa la esquina Y a quien los ojos no honran sola al final de la fila. No se ha acercado nadie a él Ya que no vamos tan lejos… Ante quién me atrevería a confesar ¿Pongo toda mi ilusión en ello? Lo apreciaba, lo amaba Esta pintura que nació de mí y en él me reflejo. A luz de mi propia fe he pensado muchas veces. Ese barniz del que me mata y exponga a la vista me ánima me da la sensación incómoda en ir, mostrarme en la calle con toda mi gente fuera… creé mi carne y mi sangre en las penas del parto: Castillo de cartas débil encima de la arena te hice desde el fondo de mi melodía. no me he negado a admitir Quiero empezar de nuevo. ©Natuka Navarro |
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