En el mar de las letras, aquí me tienes,
creando versos en un rincón distinto,
un poema que en tu alma se desliza,
una melodía que en tus sueños se entrelaza.
Hablo del amor que nunca muere,
ese que perdura en el tiempo y la distancia,
un fuego eterno que en el pecho arde,
y en cada latido deja su fragancia.
No es un amor fugaz, ni efímero,
es un sentimiento que trasciende,
que no conoce límites ni barreras,
y en cada encuentro su fuerza se enciende.
He vivido mil vidas en mi andar,
y en cada una he buscado su esencia,
a través de desafíos y adversidades,
he descubierto su verdadera presencia.
Puede que en ocasiones dude y me cuestione,
pero en lo más profundo sé que es real,
pues el amor verdadero es eterno,
y no se desvanece con el tiempo ni el vendaval.
Así que abrazo este amor con devoción,
celebrando cada instante y sus colores,
porque en cada experiencia compartida,
se fortalece y florece entre los corazones.
Entonces, en la incertidumbre persisto,
aferrándome a la certeza de lo vivido,
porque en cada prueba y en cada desafío,
el amor verdadero siempre ha sido el elegido.
©Natuka Navarro