Frente al rayo fuerte de tu rostro divino, siendo un hombre mortal, tu belleza celestial Me hizo saber la miel, la mentira y la ruina Vuelve a la inmortalidad.
Este fuego divino quemó mi esencia mental, tu amor celestial me atrajo al cielo, tu alma era divina y la mía también: Y Diosa, me pones en el rango de otros dioses.
Se atrevió mi boca a tocar la boca carmesí Para reunir, sin morir, la belleza inmortal, Aprendí a vivir del néctar, chupé la ambrosía, Disfrutando de la más dulce de las diversiones.
A Los ojos de los divinos Celos, llenos de locura, Mis altares son humeantes, como los de los propios dioses, Por mi parte, Dios secreto, los celos se ruborizan Cuando mi estrella secreta ha disfrazado los cielos.
Ni siquiera un Dios falso, negado por la boca Vence con martillos su impotente ira, Cuando he recogido el beso y la capa Y la quinta pieza de néctar más dulce.
Los humanos cegados me envuelven, Y ante el cielo han subido la barrera, y desde mi cielo desprecio su tierra Y el cielo no es para mi nada al precio de tu belleza.
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