La Soledad Valiente
En el ocaso de la vida, en el crepúsculo del tiempo,
nos encontramos frente a la soledad de la vejez,
un camino solitario que muchos temen transitar,
pero que, con sabiduría, podemos abrazar.
La soledad de la vejez, no es un abandono,
sino un encuentro con uno mismo, una introspección,
un momento para reflexionar sobre el viaje vivido,
sobre los sueños alcanzados y los anhelos perdidos.
Preparémonos con valentía para este trayecto,
sin miedos, sin temores que nos paralicen,
sino con la serenidad de quien ha vivido plenamente,
y ahora enfrenta el futuro con determinación.
En esta soledad valiente, no hay lugar para la nostalgia,
ni para los reclamos de familiares ausentes,
sino para la aceptación de la propia compañía,
y el disfrute de la paz que habita en nuestro interior.
No hay espacio para lágrimas ni para odios,
solo la tranquilidad de haber vencido a la vida,
al destino y a la eternidad misma,
al aceptar con fortaleza este nuevo capítulo.
En la soledad de la vejez encontramos la libertad,
la libertad de ser quienes realmente somos,
de explorar nuestros pensamientos más profundos,
y de encontrar la plenitud en el silencio.
Así, abracemos esta etapa con coraje y entereza,
preparémonos para la soledad con inteligencia,
y descubriremos que en medio de la quietud,
encontramos la mayor de las riquezas: la paz interior.
©Natuka Navarro