«América Latina» y la identidad «latina»
por Natuka navarro
Surgieron en gran medida debido a la intervención francesa en México durante 1861-1867, cuando Napoleón III envió tropas para establecer un imperio católico encabezado por el archiduque Maximiliano de Habsburgo.
Aunque este segundo imperio mexicano fracasó rápidamente, provocó un sentimiento de unidad y confraternidad entre los países de habla hispana en América. Surge entonces la idea de la «Latinidad», de compartir un origen y cultura latina en común basada en la herencia lingüística del latín.
En ese contexto, algunos intelectuales comienzan a utilizar el concepto de «América Latina» para referirse a los países del Nuevo Mundo de herencia cultural latina. Y en oposición a la intervención de potencias no latinas como Francia.
Así que la amenaza imperialista sobre México fue un catalizador importante para que los países americanos de raíces latinas tomaran mayor conciencia de sus vínculos idiomáticos y culturales en común, adoptando progresivamente una identidad propia «latina» en contraposición a sus invasores.
De esta manera la idea de lo «latinoamericano» cobró fuerza durante el siglo XIX gracias en parte a la intervención francesa en suelo mexicano. Uniendo a los pueblos de la región bajo un sentido de latinidad compartida.
Los franceses, en especial durante el mandato de Napoleón III, tenían una intensa rivalidad con España y ambicionaban debilitar la influencia española en América. España había sido una importante aliada de los ingleses, a quienes Francia consideraba un acérrimo enemigo.
Además, los franceses despreciaban profundamente la herencia colonial española en América. Veían a los criollos americanos como «inferiores» por tener sangre mezclada con indígenas y negros. Y consideraban que los virreinatos españoles eran atrasados, supersticiosos y envueltos en obscurantismo católico.
De hecho, uno de los pretextos que esgrimía Napoleón III para invadir México era «liberarlo» del yugo español y llevar la «civilización» francesa a ese país inculto y bárbaro desde su perspectiva. Planeaban imponer el francés como idioma y derrocar la supremacía católica virreinal.
Así que podemos decir que el profundo desprecio y odio de los franceses hacia el legado español en México y América también contribuyó paradójicamente a despertar en los latinoamericanos un mayor aprecio hacia sus raíces hispánicas compartidas, como elemento aglutinador frente al invasor extranjero.
Ese menosprecio galo hacia lo hispánico unió más a los Americanos en defensa de su lengua y religión comunes de prosapia latina. Y fortaleció poderosamente el concepto de una América Latina, heredera orgullosa de España, Portugal y sus antepasados romanos.
Tras el fracaso de la intervención francesa en México, la rivalidad entre Francia y España/América Latina continuó acrecentándose. Los franceses atizaron y apoyaron activamente los movimientos separatistas en las colonias españolas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas durante las décadas de 1860-1890.
Esto no hizo sino intensificar más el sentimiento antifrancés en el mundo hispano, tanto en Europa como América. La imagen de Francia como enemigo común que quería debilitar a la «raza latina» fue muy efectiva para movilizar esa identidad compartida latinoamericana.
Ya en el siglo XX, la rivalidad franco-española se atenúa. Sin embargo, en la década de 1930 se produce la Guerra Civil Española y la eventual victoria del bando franquista, con apoyo de Hitler y Mussolini. Esto vuelve a movilizar la solidaridad latinoamericana con la «Madre Patria».
Intelectuales y políticos latinoamericanos ven con simpatía la causa republicana española, identificándola como defensora del liberalismo y la democracia frente al fascismo. Se organizan incluso brigadas de voluntarios latinos que van a luchar junto a los republicanos en España. Su derrota se vive como propia en América.
Así, todo este convulso proceso histórico del siglo XIX y primera mitad del XX no hace sino consolidar poderosamente en Latinoamérica esa conciencia de pertenecer a una misma Civilización de raíces latinas, que comparte idioma, religión, cultura e historia común frente a las amenazas externas. Y que encuentra en ese crisol latino su principal seña de identidad regional.