La trágica historia de amor de Estela y Luneo
Había una vez un país muy lejano donde las estrellas brillaban con más fuerza que en ningún otro lugar. Allí vivía una doncella llamada Estela, que tenía el cabello del color de la noche y los ojos del color del cielo. Estela era la hija del rey de las estrellas, y estaba destinada a casarse con el príncipe de un reino vecino. Pero Estela no quería ese matrimonio, pues su corazón pertenecía a otro.
El otro era un caballero llamado Luneo, que venía del país de la luna plateada. Luneo tenía el cabello del color de la plata y los ojos del color del mar. Luneo era el hijo del rey de la luna, y estaba destinado a casarse con la princesa de un reino cercano. Pero Luneo no quería ese matrimonio, pues su corazón pertenecía a otra.
Estela y Luneo se habían conocido una noche en que ambos habían salido a pasear por el bosque encantado. Allí se habían encontrado frente a frente, bajo la luz de las estrellas y la luna. Se habían mirado a los ojos y se habían enamorado al instante. Desde entonces, se habían visto en secreto cada noche, jurándose amor eterno.
Pero su amor era imposible, pues sus padres nunca lo aprobarían. Además, sus países estaban en guerra desde hacía mucho tiempo, por una disputa sobre quién tenía derecho a iluminar el cielo nocturno. Así que Estela y Luneo vivían con miedo de ser descubiertos y separados para siempre.
Un día, el rey de las estrellas anunció que el matrimonio de Estela se celebraría al día siguiente. Estela se llenó de tristeza y desesperación. No podía aceptar ese destino sin antes ver a Luneo una última vez. Así que le escribió una carta diciéndole que lo esperaba esa noche en el bosque encantado.
Luneo recibió la carta y sintió lo mismo que Estela. No podía dejarla ir sin antes verla una última vez. Así que cogió su caballo blanco y salió hacia el bosque encantado.
Pero lo que no sabían es que alguien los había seguido y había avisado a sus padres respectivos. El rey de las estrellas y el rey de la luna se enfurecieron al saber que sus hijos se amaban con el enemigo jurado. Y decidieron poner fin a esa traición enviando a sus ejércitos al bosque encantado para capturarlos.
Estela y Luneo llegaron al mismo tiempo al lugar donde solían encontrarse. Se abrazaron con fuerza y se besaron con pasión. Se dijeron todo lo que sentían y se prometieron escapar juntos esa misma noche.
Pero antes de poder hacerlo, oyeron unos ruidos entre los árboles. Eran los soldados de ambos bandos que venían a por ellos.
Estela y Luneo sacaron sus espadas dispuestos a defenderse y defender su amor.
Pero pronto se dieron cuenta de que eran demasiados para ellos.
Se miraron una última vez con amor e hicieron un gesto con la cabeza.
Entonces clavaron sus espadas en sus propios pechos antes de caer muertos al suelo.
Los soldados llegaron hasta ellos y vieron sus cuerpos sin vida abrazados entre sí.
Quedaron impresionados por aquella escena tan trágica como hermosa.
Los reyes también llegaron hasta allí y vieron lo mismo.
Se sintieron culpables por haber causado tanto dolor a sus hijos por culpa de su orgullo y su odio.
Entonces decidieron hacer las paces entre ellos y rendir homenaje a los amantes fallecidos enterrándolos juntos bajo un gran árbol en medio del bosque encantado.
Y desde entonces cada noche las estrellas brillan más fuerte como titularías este relato
©Natuka Navarro