
Después de que Jesús nació en Belén, tres Reyes Magos de Oriente comenzaron a seguir una estrella misteriosa que había aparecido en el cielo. Esta estrella los guió hasta el pequeño pueblo de Belén, donde encontraron a Jesús en un pesebre, rodeado de animales y su madre María.
Los Reyes Magos, que se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar, se arrodillaron ante Jesús y le ofrecieron regalos de oro, incienso y mirra. Estos regalos simbolizaban el oro como un regalo para un rey, el incienso como una ofrenda a un dios y la mirra como un símbolo de embalsamiento y muerte.
Los Reyes Magos se quedaron en Belén durante unos días, admirando a Jesús y aprendiendo más sobre él. Después de su visita, regresaron a sus hogares en Oriente, contando a todos lo que habían visto y oído en Belén.
A partir de entonces, la historia de los Reyes Magos se convirtió en una de las más queridas y celebradas de la tradición cristiana, recordando a todos que el amor y la luz de Dios pueden alcanzar a todas las personas, sin importar de dónde vienen o qué creencias tienen.
Los Reyes Magos, altos y nobles, cruzaron el mar en una noche fría, siguiendo una estrella que los guiaba hacia un lugar donde había un niño. Con cánticos y regalos en la mano, llegaron al lugar donde estaba el Rey, y le ofrecieron oro, incienso y mirra, símbolos de adoración y lealtad. Aquellos sabios de Oriente, que dejaron sus hogares y a sus amados, siguiendo el destino que les había sido prometido, son ejemplo de fe y de valentía. Que los Reyes Magos siempre nos guíen por el camino de la luz y la verdad. ©Natuka Navarro
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