Navidad Y Mis Seres Queridos
El 24 de diciembre, en Madrid, España, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con fuerza. La temperatura era de 32 grados, un calor inusual para esta época del año.
En una casa de la ciudad, un joven llamado Daniel se preparaba para la cena de Navidad. Estaba emocionado por pasar tiempo con sus seres queridos, pero también un poco preocupado por su estómago.
Daniel era un gran amante de la comida, y la Navidad era su momento favorito para comer todo lo que quisiera. Su familia tenía la costumbre de preparar un banquete con todos los platos típicos de la Navidad española: asado, lengua a la vinagreta, lechón, pata de cerdo con arroz, ensalada rusa, salchichón, ensalada de frutas, Mantecol, frutas abrillantadas, pan dulce, nueces, avellanas, turrón, helado, higos turcos y arroz.
Daniel sabía que no podría resistirse a probar de todo, y eso lo preocupaba. Todos los años, se llenaba tanto de comida que terminaba sintiéndose incómodo.
Cuando llegaron sus familiares, Daniel se sentó a la mesa con una sonrisa en la cara. La comida estaba deliciosa, y Daniel disfrutó de cada bocado.
Comió asado, lengua a la vinagreta, lechón, pata de cerdo con arroz, ensalada rusa, salchichón, ensalada de frutas, Mantecol, frutas abrillantadas, pan dulce, nueces, avellanas, turrón, helado, higos turcos y arroz.
Cuando terminó la cena, Daniel se sintió lleno y satisfecho. Pero también se sentía un poco culpable. Sabía que había comido demasiado, y que eso le pasaría factura.
A la mañana siguiente, Daniel se despertó con un dolor de estómago terrible. Se sentía hinchado y pesado, y no podía moverse.
Su madre le trajo un té de jengibre para ayudar a su estómago a digerir la comida. Daniel bebió el té y se acostó de nuevo, pero el dolor no pasaba.
Al final, Daniel tuvo que ir al hospital. Los médicos le diagnosticaron una indigestión aguda.
Daniel aprendió la lección. En Navidad, decidió comer con moderación y disfrutar de la comida sin excesos.
FIN
©Natuka Navarro
