Conociendo nuestros propios fantasmas
En esta sombra que emerge de las brumas del pasado
Seguimos al fantasma desde lejos, atraídos por un hechizo.
Para encontrar una sonrisa y a menudo una lágrima
Lo seguimos desde lejos, atraídos por aquel embrujo
A través de los escombros, a través de los desvíos,
Para encontrar una respuesta y a veces para llorar.
En este camino sembrado de ilusiones y sueños.
A través de campos olvidados ya envueltos en la duda.
Esta vana búsqueda nos lleva tiempo.
En más de una montaña desierta, en más de un callejón oscuro,
El fantasma de la luz nos lleva a la luz.
El recuerdo dormido de una infancia apagada.
Se despierta a su paso después de un sueño tranquilo y placentero;
Susurrando juntos su canción o su protesta,
Los ecos de su muerte han llegado hasta nosotros.
Y los acordes familiares todavía nos tocan.
Sin embargo, a nuestros ojos la imagen se desvanece rápidamente;
Como la silueta de una sombra que huye y desaparece,
El espectro desaparece y grita: «¡No lo olvides!
¿Es cierto entonces? Sigo abandonando mi tierra,
Tristeza extrema, perdón, dolor de espíritu.
Ninguna mirada estimada, ninguna imagen apreciada,
De donde se va mi descuidada atención o mi musa.
Vayan todos aquellos a quienes la situación oscura desespera
En un universo aislado para estar en contacto con el silencio,
Que al ver a los pobres y los tiempos oscuros, El día mejora.
No tuve el valor de amar este motivo, esta locura.
Así que doy gracias a Dios por el deseo recibido en la tierra…
Recoger todo mi amor en torno a un gran cariño,
A unir mi solitario destino con otro destino,
Darse sin ningún remordimiento, sin miedo, sin devolución.
Por ello, no hay que pensar que con la indiferencia
Eso creo que se apagará, en el momento mejor de mis días,
Es la esperanza feliz de la alegría de este universo:
A pesar de que el corazón está sin vida, sigue siendo un sufrimiento.
©Natuka Navarro
