
Santa humildad, suave quietud,
Nacen en el corazón de quien lo escucha hablar.
En su boca hay una dulce sonrisa,
No podemos ni siquiera imaginar,
y mucho menos decir,
¡Se han hecho tantas maravillas para asombrarnos!
La mujer es amor, gloria y solidaridad;
Ella los guía, consuela a niños y hombres,
Ella levanta el corazón y calma la ira,
Del asilo celestial a la superficie terrestre.
Tendidos por el trabajo o por el destino,
El hombre se levanta al oír su voz y su frente se enciende;
Aun impaciente en su frenética carrera,
Esta sonrisa lo amansa y su corazón se dulcifica.
Se trata de una época de hierro
en la que la gloria es insegura:
Hay que resignarse a esperar mucho más tiempo.
en su serena gracia de La belleza
Verlo ante los demás es una bendición
©Natuka Navarro
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