Querido Diario
En mi vida he encontrado un punto en el que considero que me encuentro en una situación problemática conmigo misma. A menudo tengo la impresión de que juego al ajedrez con las fichas de mi vida, juego al ajedrez con los pedazos de la vida … y me di jaque mate.
Esta historia no sé cómo la comencé, para mí el camino es demasiado corto. Me puse a inventarlo y enseguida me marché de él y fue como si hubiera alguien que me sacara de mi vida… En un lugar, extravié mi rumbo. Quedé desorientada, y en vez de volver a los sitios donde todavía había luz, me perdí entre la gente que no me quería y solo quería mis bienes y donde podía destacar, comencé a recorrer, como si me mareara, a izquierda y derecha, con tal de hallar una forma de salir del laberinto donde me encontraba.
Me puse a trabajar en una lucha en vano. En efecto, en vano te arriesgas a librar peleas con dragones de todo color si esas discusiones no te condujeron a parte alguna. Si, en su lugar, en lugar de seguir tu propios camino, destrozas tenazmente reinos y monarcas cuyas coronaciones ni siquiera se corresponden con la medida de tu frente y de tu propio corazón. Si piensas que, así, encontrarás la llave la cual te abrirá la posibilidad de un vuelo astral mientras, en realidad, esa la llave te encierra en tu vida, más y más, en una contienda sin salida.
¿Para qué luchamos tanto? ¿Contra quién luchamos? una vida así, y que no debería constituir ningún problema…Tu vida no es tuya, ni tu cuerpo tampoco, ese cuerpo que tienes es prestado, y lo mismo se pierde en los tableros del ajedrez y tus luchas se van con la vida de este presente, y tus peleas solamente así puedes disfrutar del disfrute de aquellos momentos aislados de tranquilidad. Esto es como llevar a propósito un calzado que te exprime simplemente para sentirte más libre al quitártelo.
¿Quiénes luchan con la gente? Se trata de que no estemos en competencia para obtener el mismo tipo de felicidad. La realización de la propia personalidad del individuo no implica una carrera, sino, a lo máximo, una participación. Así es que contra quién peleamos?
Con la vida Más precisamente, ¿Qué es la verdadera vida? ¿Qué es la vida? pues no es ni lo que nos ha ocurrido con anterioridad, pero tampoco lo que seguiremos experimentando a futuro. Una es el pasado y la segunda es el futuro. El Pasado conforma un conjunto de recuerdos. Como una parcela del cerebro. El Pasado no depende de nosotros. El mismo futuro tampoco existe. ¿Luchamos con los fantasmas? Si es cierto, ¿Cuál es la finalidad precisa?
Entonces, queremos pensar que el presente es una realidad. No obstante, ¿Qué es el regalo? ¿Y para qué queremos salir ahora a la conquista de la justicia y meternos en las prisiones mientras podemos vivir en paz?
Con quién nos peleamos realmente? ¿Consigo mismo, con los pensamientos, las emociones, incluso contra lo que nos sucede? ¿Qué sentido tiene luchar con nosotros cuando podemos admitir lo existente? ¿Cuándo se pueden cambiar los pensamientos? cuando creamos lo que vivimos y repetimos lo que sentimos.
Afirman que hay que ponerse a luchar si queremos triunfar de verdad al final de la historia. Sin embargo, ¿Por qué tendríamos que necesitar la fuerza de la batalla? nadie se pone en nuestro lugar. El complot no debe interponerse entre ellos y uno mismo, y así nuestros sueños no tendrían que ser un decorado de lucha. No me parece que el sueño debiera someternos al dolor, no me parecería que tuviera que lastimarnos.
Estamos luchando por convertirnos en alguien vivo, pero ya somos alguien. No basta con quiénes somos, porque tenemos que ser más, pero ¿según los estándares de quién? Y para ser más, tenemos que luchar, convirtiéndonos así, la mayoría de las veces, en alguien más. Un alguien ajeno a nosotros mismos, alguien que ya no reconocemos como perteneciente a nosotros.
Somos feroces en peleas tontas. Todavía no sabemos quién y para qué. Nos dejamos llevar por el sabor de la sangre como tiburones sedientos de más.
Luchamos por romper con la infancia que restringe nuestra libertad en la toma de decisiones y la acción. ¡Queremos ser grandes una vez! Y una vez que nos hacemos grandes, queremos volver a ser pequeños porque nos damos cuenta de que la libertad viene con asumir la responsabilidad y no todos estamos dispuestos a asumir la responsabilidad. Por lo tanto, es el caso de que retrocedemos. O nos estancamos, revolcándonos en nuestra propia existencia.
Luchamos por poseer tanto como sea posible, por poseer, porque de esta manera nos sentimos fuertes. Tomamos nuestro poder del exterior. Tomamos un apartamento, luego una casa, luego una casa más grande. Luchamos por amar, y luego luchamos por vengarnos de aquel que no pudo compartir nuestro amor de la manera que queríamos. Después de eso luchamos por amar de nuevo, por hacer una relación, por hacernos una familia; luchamos con nuestras parejas, luchamos con nuestros hijos, luchamos por un lugar para siempre, luchamos para llegar al Cielo, para luchar entonces con Dios mismo. Y no me sorprendería si luchamos por reencarnarnos en otro planeta para que al final podamos disfrutar de lo que es y de lo que somos.
A lo mejor hay que elegir nuestras batallas más prudentemente.
©Natuka Navarro