
Remolino de Recuerdos en un Café Desgastado
En la penumbra de un café desgastado, donde el sonido del metal contra el vidrio resonaba como un eco incesante, se gestaba una historia peculiar. Un hombre, perdido en la rutina de remover su café con leche, encontraba en aquel acto una extraña liberación. Cada giro de la cucharilla desenterraba recuerdos, mientras el líquido amenazaba con derramarse al borde del vaso.
En la mesa de enfrente, un observador silencioso, yo, presenciaba este ritual aparentemente trivial pero cargado de significado. El hombre, inmutable, seguía su tarea con una sonrisa enigmática. El café con leche se convertía en un remolino, un maestro en el centro de su pequeño universo.
Fue entonces cuando, como si el ruido constante de la cuchara y el cristal fuera una banda sonora, saqué una pistola y disparé. El estruendo resonó en la atmósfera cargada del café. Sin voltear la mirada, bebí tu adiós, necesitaba ese descanso. Mi alma, ahora fugitiva, comenzó a caminar por senderos desconocidos.
Intenté olvidarte repartiendo los pétalos de rosas que una vez recogí en tu jardín, pero cada fiesta en mi corazón frío y distante solo resucitaba tu sombra. Entre febriles encuentros con rostros nuevos, tu fantasma silencioso siempre me reclamaba.
Hoy, mi alma, desesperada, ruega tu regreso. Anhela la suavidad de tu espalda, el aroma agridulce de tu nuca, la delicada piel de tu boca. En este vacío de tu ausencia, me arropa la desdicha, recordando el tiempo en que tu miel me hacía sentir joven otra vez.
©️Natuka Navarro 4 DE NOVIEMBRE 2023