La mayoría de nosotros tenemos miedo a la muerte o preferimos no pensar en ella. Si nos damos cuenta de que nuestra estancia en la tierra es corta, también comenzaremos a notar lo que hace que nuestras vidas sean hermosas.
A todos nos gustaría vivir para siempre, ¿verdad? Si abordas este tema como yo, estás aterrorizado por el tema o simplemente prefieres no pensar en él. Además, ¿quién, después de Mark Twain, no querría decir con placer a sus oponentes que «los rumores de mi muerte son muy exagerados»?
El sueño de la inmortalidad
Tal vez como civilización somos un poco afortunados. Los multimillonarios están invirtiendo en el desarrollo de la ciencia y la tecnología que pueden permitirnos vivir para siempre. Los científicos están buscando curas para enfermedades mortales, perfeccionando tecnologías que pueden convertirnos en cyborgs con interfaces cerebro-computadora.
El panorama de la victoria ante la muerte aparece aparentemente atractivo, sin embargo, seamos sinceros, la existencia eterna en la tierra no es la mejor opción posible… Ya me estoy quejando de la juventud de hoy o de mi propia incapacidad para hacer frente a las innovaciones tecnológicas; conducir una maquina voladora a la edad de 1.000 años con un grupo de adolescentes rebeldes volando alrededor sería una completa pesadilla.
No me malinterpreten: el mundo en el que vivimos es maravilloso, y estoy agradecido por cada minuto que paso aquí, pero sé que no es del todo impecable. La inmortalidad no eliminaría el crimen, la guerra, el racismo y las divisiones religiosas. Por no hablar de mis propias imperfecciones. ¿Cuántos errores podría cometer si tuviera que vivir para siempre? ¿Es la inmortalidad realmente la mejor manera de vivir?
La fragilidad de la vida, Vivir con el piloto automático: Vivir con el objetivo puesto significa que no somos conscientes de lo que ocurre en nuestro cuerpo. Vamos por la vida sin pararnos a observarnos internamente a nosotros mismos y a los que nos rodean. Ni nos planteamos cuestiones, ni disfrutamos de lo que nos pasa. Volvemos a caer en la costumbre cotidiana y no valoramos cada instante que tenemos que vivir.
Somos jóvenes, o al menos así es como nos sentimos. Tenemos tantos momentos hermosos por delante, tantas cosas que hacer. «Todavía quiero aprender tanto, me gustaría visitar tantos lugares».
Muchos sueños por realizar, pero con calma lentamente, tenemos tiempo. Todo está por delante.
La existencia del cielo nos permite encontrar nuestro camino hacia el secreto de una buena vida aquí en la tierra. La perspectiva de la eternidad afecta nuestras prioridades.
Precisamente porque es corto, me prometí a mí mismo que haría todo lo posible para experimentarlo en su totalidad evitando excusas.
Si estuviéramos seguros de que siempre hay un mañana y será exactamente el mismo que hoy, entonces la ausencia de muerte puede resultar más aterradora que la perspectiva de la propia mortalidad.
©Natuka Navarro