
Las mañanas de otoño e invierno
Me senté en cada banco,
para que me diera un ictus;
estaba llena de niebla.
Tarde mucho tiempo…
Aprendí de memoria las placas.
Un árbol recubierto de musgo se extendía
Ramas a través de los bajos vientos;
los patos fueron perlados
esperando el sol de invierno
Para subir,
Billetes envueltos en plumas.
Y en ese momento, ¡Vi a Dios!
en los ángulos simples
que me siguieron
mientras andaba.
Al sorprenderse, levantaron
en una marea de alas, regresando
como una lluvia suave.
Octubre
Me sentaba bajo un roble rojo y dorado,
las hojas se esparcen debajo de mí
con un vestido rico.
Octubre
Recorrí los senderos altos,
una cubierta de escarcha en los juncos.
Escribí un poema (este poema)
Para no olvidar el sonido
de hojas bajo los pies.
Nunca he sabido
una caída tan elegante
del año.
Podría haber estado
esa delicada sonrisa,
y me dio
hace ya cerca
de cuatro años
Lo llamaron
ictus…
me dieron dos ictus…
podría venir un tercero….
©Natuka Navarro