Forjar un oasis donde la historia se siente viva,
espacio de estudio, reflexión y archivo.
Rescatar del olvido voces del ayer,
narrativas de antaño que aclaran el hoy.
Sembrar inquietudes, interés por nuestro pasado,
entender de dónde venimos para vislumbrar el mañana.
Formar mentes capaces de interpretar el devenir,
brújulas que orienten con perspicacia.
Difundir con solvencia conocimientos valiosos,
abrir ventanas a otros tiempos, culturas, visiones.
Con rigor académico y pasión indagadora,
reconstruir el camino de la humanidad.
Ser faro de luz que ilumine concretamente,
el derrotero de un pueblo, su identidad, sus mitos.
Su memoria viva, raíces y ancestros,
sustrato del presente.
Forjar una sociedad más justa y consciente,
ese es el anhelo que nos convoca.
Cultivar un futuro donde el pasado se honre
y nutra nuestro caminar, ese es el fin que nos motiva.
Preservar nuestras raíces profundas,
entender el presente, vislumbrar nuevas cumbres.
***
Surca el viento los campos verdes,
acaricia los árboles, mueve las espigas.
Soplo de vida, aliento de la madre tierra
que con su abrazo todo lo renueva.
El sol ilumina con sus rayos dorados
el despertar de la naturaleza a su paso.
Aves entonan sus trinos matutinos
saludando el nuevo día que se asoma.
El río serpentea entre las montañas,
espejo cristalino del paisaje que rodea.
Peces juguetones nadan en sus aguas,
mientras las hojas besan la superficie.
Todo es movimiento, ritmos ancestrales,
el pulso de la vida que nunca se detiene.
Ciclos eternos repitiéndose continuos,
la creación se exhibe en su grandeza.
Así amanece un nuevo día prometedor,
oportunidad de dejar nuestra propia huella.
Tejer nuestros sueños en esta trama infinita
con hilos de luz y gratitud por estar aquí.
El día se despereza, la luz inunda el cielo
mientras el sol emerge tras las montañas.
La brisa besa suavemente los campos
y hace danzar a los árboles del huerto.
Aves madrugadoras entonan sus trinos
saludando la mañana que comienza.
El río serpentea, deslizándose manso
reflejando los rayos en su cresta espumosa.
El pueblo aún dormita, solo se oyen
algunos gallos y el trotario mañanero.
Poco a poco despierta, la vida fluye
como la savia que hace brotar las hojas.
Otro día se inicia, lleno de promesas.
El horizonte amplio, el futuro una página
donde cada uno escribirá su historia.
La jornada espera como tierra fértil.
***
Surge el alba y su luz inunda el campo,
el rocío perla cada hoja y pétalo.
La brisa mece con suavidad las espigas,
que se mecen cual olas doradas del trigal.
El día se expande, la vida se agita.
El gorjeo matutino despierta el bosque.
En arroyos y ríos chapotean los peces,
reflejando en sus escamas destellos del sol naciente.
Todo es movimiento sincronizado y armonioso.
Ciclos eternos, ritmos que se perpetúan.
Cada ser tiene su papel en este concierto
de la creación que se manifiesta majestuosa.
Somos apenas un hilo en la gran trama,
pero podemos tejer nuestro paso con gracia.
Dejar nuestra nota singular en la sinfonía,
con gratitud de vivir este prodigio.
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