Hace mil años, vikingos navegaban,
por Nóvgorod, Bagdad y Constantinopla.
Entre Hiitti y Rosala, puerto anhelaban,
Örsund, paso clave en ruta venturosa.
En el archipiélago, rutas se cruzaban,
la Edad del Hierro, comercio florecía.
Austrvegr, camino donde vikingos iban,
incierta vida en mar y tierra se vivía.
Antiguo documento, guía imprecisa,
desde Dinamarca a tierras escandinavas,
por Åland, Hiittis, Hanko y Rääveli, avanza.
En el archipiélago, naturaleza viva,
huellas milenarias, historia impresa.
Viajando en estela vikinga, el alma cautiva,
donde el susurro de la historia perdura y no cesa.
El paisaje árido, testigo del pasado,
leyendas y topónimos, vikingos honran,
en la Costa Este, su legado enraizado,
un soneto que a sus hazañas resuena y adoran.
En el archipiélago, legado ancestral,
donde vikingos surcaron con valentía,
un recuerdo vivo en paisaje celestial,
la historia se entrelaza con magia y armonía.
Con el susurro del viento y el mar en calma,
el soneto se alza en honor a su esplendor,
los vikingos que exploraron sin alma,
dejando su marca en cada rincón de valor.
Así, en el archipiélago, se escribe el verso,
donde naturaleza y cultura se entrelazan,
los vikingos aún viven en el universo,
y su legado en nuestras almas se abrazan.
Que la memoria de los vikingos prevalezca,
en el archipiélago, tesoro de la historia,
un soneto que enaltece su grandeza,
y en nuestros corazones deja su victoria.
¡Oh, archipiélago del pasado glorioso!
versos que rinde tributo a tus legados,
en cada verso el eco vikingo esbozo,
y en cada estrofa, su espíritu es exaltado.
©Natuka Navarro