
La Belleza Del Mundo
Tal vez un alma en juvenil aurora, se levanta
Donde el mar es azul en reposo, te despierta
Un bosque de naranjos y mirtos, se estremecen
a la luz de los astros, sin temor te escuchan
junto al mío, de la indeleble espuma,
la gracia, la frescura, la dulce languidez
Sonríe en su funda de tanto frenesí te aguarda
en la caricia de tus hundas, navegando en esa aurora
Decirme: la fermosura de brisa, soleado encanto
Llevar a sus espíritus felices, canta, porque recibe
La frescura de la brisa marina Con tu sonrisa embelleces
Pero al salir del sueño venturoso, tu Sed del fuego
Donde elevando sus ramas con porfía me llevas
levantadas de sus labios, de agua tus ojos
¡oh pureza!, ¡oh sensación divina!
entre la verde grana y la verbena, de tus labios
Andando vuelva un ámbar de oro con tu febril encanto
Un triste adolescente languidece, las cosas de manera
con su mirada oblicua, vuelve a los cielos sus ardores,
Vierte un rayo acariciador sobre el clamor de tu mirada
El niño de las alas blancas un arroyuelo nos hace sonreír;
Levanta los ojos brillantes por las lágrimas,
Por sus suaves caderas, que aprisionan tus brazos.
Sus brazos atados con flores que inspira a las almas
Las lágrimas en su hermosa mejilla, Agrestes canciones,
Moja su pelo dorado Alegre al verla feliz y jubilosa,
A veces sus alas temblorosas el ruiseñor trinaba,
Medita la subida imposible, y la música, revuela,
Al compás de tus ojos, Y mientras el sol brillando
El bosque casto y silencioso, vestales cual amores,
se anudan entre suaves mermeladas para poder estar
diseños orgullosos el dulce silencio de mis amores
De nuevo tendré alas y nimbado de fulgores ideales.
Trayendo de vuelta a las Ninfas en coro, su aroma licencioso,
su fragante cadena los ojos suspirando sin mesura.
en la orilla de la arena, vienen a repartir, sus mesuras.
©Natuka Navarro