Miguel de Cervantes nació en (Alcalá, en 1547 – Madrid) es mucho más conocido como escritor que como poeta, aunque siempre tuvo un especial interés en ser reconocido por su trabajo poético.
Y como señala el mismo Miguel de Cervantes
Cervantes debe trabajar en diversos oficios al margen de la escritura, ya al no poder vivir de su trabajo como escritor (en 1595 consiguió un Premio Menor de Poesía en la localidad de Zaragoza: el galardón eran dos cucharas de plata. Fue el primero). Vendía sus primeras historias y le costaron mucho trabajo la publicación de sus poemas.
Se tiene conocimiento de que vagó por diferentes puestos, llegó hasta la prisión y en varias oportunidades tuvo considerables dificultades en la economía y pasó por dificultades especiales.
Ni tan siquiera el éxito de la primera parte del Quijote ( publicada hace ya cuatrocientos años, en 1605) le permitió salir de las restricciones financieras; es más, con la aparición de la famosa novela, Cervantes llevaba casi veinticincos años sin escribir nada, desde La Galatea (1685) y ya contaba con 58 años de experiencia.
Miguel de Cervantes
Como señala el mismo Miguel de Cervantes
Entre sus versos:
YO QUE SIEMPRE TRABAJO Y ME DESVELO…
Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo,
quisiera despachar a la estafeta
mi alma, o por los aires, y ponella
sobre las cumbres del nombrado Oeta.
Pues descubriendo desde allí la bella
corriente de Aganipe, en un saltico
pudiera el labio remojar en ella,
y quedar del licor süave y rico
el pancho lleno, y ser de allí adelante
poeta ilustre, o al menos magnifico.
Mas mil inconvenientes al instante
se me ofrecieron, y quedó el deseo
en cierne, desvalido e ignorante.
Sin embargo, independientemente a lo que se indique, es bueno recordar el género. «Al túmulo del rey que se hizo en Sevilla» es uno de sus sonetos más conocidos.
Al túmulo del rey que se hizo en Sevilla
(soneto con estrambote)
«¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describidla!;
porque, ¿a quién no suspende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
¡Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más que un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!
¡Apostaré que la ánima del muerto,
por gozar este sitio, hoy ha dejado
el cielo, de que goza eternamente!»
Esto oyó un valentón y dijo: «¡Es cierto
lo que dice voacé, seor soldado,
y quien dijere lo contrario miente!»
Y luego incontinente
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Miguel de Cervantes
©Natuka Navarro