Con la mente puesta en disfrutar del sol, decidiste salir a la calle. Te pusiste tu ropa más fresca y cómoda y saliste a disfrutar del clima. La brisa suave acariciaba tu rostro mientras caminabas por las calles de tu ciudad. El sol brillaba en el cielo y te dabas cuenta de lo afortunado que eres de poder disfrutar de un día tan hermoso.
Decidiste dirigirte al parque cercano para disfrutar de la naturaleza. Te tumbaste en la hierba y cerraste los ojos, dejando que el sol calentara tu piel. Escuchabas el sonido de los pájaros y el murmullo de la gente alrededor, y te sentiste en paz y en armonía con el mundo. Pasaron las horas y el sol comenzó a bajar en el cielo, pero no querías volver a casa todavía. Decidiste dar un paseo más antes de regresar, disfrutando de cada momento al máximo.
Decidiste cambiar de ruta y explorar una zona de la ciudad que no habías visitado antes. Te adentraste en un barrio lleno de vida y color. La gente estaba sentada en las terrazas de los bares, disfrutando de una cerveza o un café mientras charlaban animadamente. Los niños jugaban en la calle y los comercios estaban abiertos, invitando a la gente a entrar a echar un vistazo.
Te detuviste a observar una pequeña tienda de antigüedades y te sorprendió la cantidad de objetos interesantes que había en su interior. Te acercaste a mirar un reloj de pared antiguo y te quedaste admirando su belleza y la historia que debía contar.
Continuaste tu paseo y te topaste con un mercado callejero lleno de gente comprando frutas, verduras y artesanías. El olor a comida deliciosa llenaba el aire y te dio hambre, así que decidiste probar algunos platos locales. El sabor era increíble y te alegró haber tomado la decisión de cambiar de ruta.
Finalmente, regresaste a casa con una gran sonrisa en el rostro, agradecido por haber descubierto una parte de tu ciudad que no conocías y haber disfrutado de un día tan maravilloso al aire libre.
©Natuka Navarro