
Susurros del Hogar Ausente
Bajo el techo donde el tiempo se ha detenido, un hogar se desvanece entre susurros del pasado. Entre las sombras de muebles cubiertos, se esconde la memoria de vidas tejidas en los tapices de los días idos.
Los corredores, testigos mudos de risas y encuentros, ahora abrazan el silencio como un viejo amigo. Cada rincón guarda historias, secretos susurrados en los rincones, mientras las paredes susurran cuentos de días llenos de alegría y amor.
En la sala, el eco de las risas de antaño reverbera entre muebles que esperan una nueva compañía. Las fotografías en la chimenea capturan momentos efímeros, congelando sonrisas que ahora resuenan lejanas.
El jardín, un remanso de nostalgias, guarda en sus rosas la esencia de los abrazos compartidos, en sus bancos la complicidad de confidencias al atardecer. Hoy, el columpio solitario se mece al ritmo del viento, evocando risas infantiles que una vez lo animaron.
En cada habitación, el eco del pasado vive entre las sombras. Las paredes guardan historias de los pasos que ya no suenan, de las voces que se han desvanecido en el aire. El eco del amor y la vida, ahora se funden en el suspiro nostálgico de lo que fue.
El hogar espera un nuevo dueño, un nuevo capítulo por escribir. Mientras tanto, entre susurros y suspiros, sigue siendo el guardián de una vida pasada, un testigo silencioso del tiempo que se llevó consigo la risa y el bullicio, dejando en su lugar el eco melancólico de los días idos.
©Natuka Navarro