¡Cuántas veces te he buscado verso mío!
¡Cuántas mañanas luminosas entre flores
he vencido al desaliento resignado,
entre sueños imposibles escondidos!
¡Cuántas veces me has hablado en el silencio!
¡Cuántas horas de placer en tus abrazos
has vertido el arroyuelo desatado,
en el lago de gemidos apagados!
No me avergüenzo del ardor de mi pasión
ni la loca exaltación del desenfreno,
solo acepto el torbellino, el desorden
que enajenan entre fuego y deseo.
No me molesta el fulgor de un buen amor
ni el retraso de un espíritu rebelde,
solo estrecho apasionadamente lo que es bello
puedo amar este suave con esmero
©Natuka Navarro