«La Ciudadela Del Alma Y Los Ecos De La Sombra»
(Reflexión personal sobre mi mitología interior)
Este mapa simbólico que he llamado La Ciudadela del Alma y los Ecos de la Sombra nace de mi necesidad de nombrar lo que se mueve por dentro, de traducir en imágenes vivas lo que tantas veces se queda flotando sin forma en el alma. No lo veo solo como un escrito: es mi manera de hablar con lo que duele, con lo que sueña, con lo que calla.
Con el tiempo he entendido que esta mitología personal toca territorios profundos del ser, resonando con lo que Jung llamaba “la sombra”, y con el proceso que muchos describen como individuación. Pero yo no lo escribí desde la teoría, sino desde el sentir.
Lo que descubro en ella…
— La estructura me sostiene. La ciudadela interior, a la que llamé Athanor, es el centro de todo, como ese horno alquímico donde se transforma lo que parecía roto. Desde ahí, el camino se abre hacia los Territorios del Sentir y más allá, hacia ese abismo que no es castigo sino posibilidad.
— Los nombres me nacen como si ya me esperaran. Las Sílfides de la Inspiración, los Moradores del Murmullo, las Gárgolas del Temor, el Aliento del Olvido… todos ellos son parte del alma, no enemigos. Cada figura representa una emoción vivida, un paisaje atravesado, una memoria corporal.
— La Sombra no es amenaza, es verdad que pide ser vista. Los Ecos de la Sombra no vienen a destruir, sino a revelar. El Lamentador Silente, el Tejedor de Ilusiones, el Eco del Juicio… son partes negadas que esperan reconciliación. He sentido que si los abrazo, se transforman en Guardianes de la Fortaleza, sabiduría encarnada.
— El viaje del Peregrino Interno es mío y es de todos. No es un viaje de mapas, sino de coraje íntimo. Caminar por estos territorios es recordarme que la belleza no siempre brilla, pero siempre está.
Lo que me gustaría explorar más…
— Me intriga la posibilidad de que las entidades se entrelacen. ¿Y si las Sílfides pudieran ayudar a disipar las ilusiones del Tejedor? ¿Y si las Gárgolas pudieran ser testigos del despertar?
— Siento que pueden existir rituales internos para cada paso. No fórmulas mágicas, sino actos simbólicos. Una contemplación, un poema, una respiración. Algo que guíe al Peregrino cuando el miedo se hace niebla.
— El Vigilante permanece, observa… ¿pero podría alguna vez hablar? ¿Enviar una señal? Tal vez sí. Quizá en sueños, o en ese silencio que de pronto se vuelve certeza.
— Quisiera ampliar el mapa de los Ecos de la Sombra. Hay más voces, más rostros ocultos: la Envidiosa Dulce, el Amargo Sin Nombre, la Que Quiere Desaparecer. Todos esperan un abrazo que no niegue su existencia.
— Y sobre todo, quiero explorar el regreso a Athanor. ¿Qué significa volver? ¿Es descansar, comprender, mirar con ternura todo lo vivido? ¿Es quizás la paz de saber que la sombra también es parte del fuego?
Esta mitología es, al final, un acto de amor: hacia mí, hacia quien se reconozca en ella. No pretende imponer verdades, solo abrir caminos interiores.
soñar desde adentro y renacer día a día.
(Escribo Para Que El Silencio No Duela.)
Natuka Navarro – Luna Poetiza
