
«La Piedra Que Está Ahí Por Algo»
Hay veces —muchas— en que nos perdemos buscando la medida exacta del verso, contando sílabas como quien busca el latido perfecto, sin darnos cuenta de que el poema ya respira, ya existe… aunque no lo domemos.
Algunos miran si termina con la misma vocal, si rima la herida con la vida, si el eco responde con exactitud.
Pero la poesía, como decía aquel de paso infinito —Federico—, no se mide: se siente.
No se ajusta: se entrega.
La poesía no se pierde nunca, porque es un estado, una forma de mirar, una raíz en la lengua que tiembla incluso cuando callamos.
No deshoja las heridas cuando ya están hechas: las cubre con palabras para que no se pudran.
Y ahí, justo ahí, es cuando entendemos.
Una piedra, quieta, absurda, sin razón.
Y sin embargo… está ahí.
¿Quién dice que no habla?
¿Quién niega que su silencio no es también un mensaje?
El perro que nos mira desde el umbral del día,
el gato que parpadea como si supiera el final del poema antes que nosotros…
También están ahí para decirnos algo.
Tal vez no traen respuestas,
pero nos hacen preguntas que solo el alma puede entender.
Y en medio de todo, nosotros, buscadores de lo invisible,
oyendo cómo una vocal se desliza entre los labios del mundo
sin necesidad de rima,
porque la vida, como la poesía,
no siempre se mide.
A veces simplemente…
permanece.
Natuka Navarro
Luna Poetiza